Un día para recordar

Ya una semana antes del famoso día no hacía más que darle vueltas a la cabeza, chapurreando una y otra vez Star wars y Fidelidad. No podía quitármelos de la cabeza, (tampoco es que quisiera). Estaba ansioso porque llegase el domingo para que todo el pueblo de Baeza y gente de fuera pudiera ver el tremendo trabajo que habíamos realizado con muchísima ilusión. Incluso mis padres, que al principio de esto me decían: “esto veremos a ver donde llega”, cuando quedaba una semana para el concierto empezaron a decirme: “que ganas tengo de que llegue el domingo para ir a escuchar el concierto”. Yo creo que estaban incluso más ilusionados que yo (y eso ya es decir).

El martes por la mañana hablando con José Alberto me dijo que si quería ir con él a buscar tela o moqueta para tapizar la tarima. Ni me lo pensé. Estuvimos buscando la moqueta por todas las tapicerías de Baeza sin éxito (la verdad es que era un color muy poco común para la moqueta) hasta que por fin encontramos algo muy parecido a lo que buscábamos. Fuimos a su casa y nos encontramos con la sorpresa de que los platos nuevos acababan de llegar. El bombo estaba allí también y tanta ilusión tenía por oírlo que tuvimos que montarlo. Qué maravilla, cada vez más me venía la imagen del concierto a la cabeza y cada vez más era el nerviosismo porque llegara ese día.

Dando un paseo con el perro me encontré con Méndez y con José Alberto. Lo primero que me dicen es: “Vente para Publikey que hay problemas”. En ese momento se me hizo un nudo en el estómago enorme. Voy a Publikey y me dicen que los programas no se ven bien. Llaman a Abdón para comentárselo. Abdón llama a Carmona. ¡¡NO APARECE!! Cada vez estamos más nerviosos. Una llamada. Abdón me dice que ha conseguido hablar con Carmona y que los programas me los mandará a mi correo para que yo se los lleve. No hay problema. Todo solucionado.

Por fin llega el día. Esa noche dormí poco porque seguía chapurreando Star wars. Me levanta a las 9 y media. Toda mi familia ya estaba despierta y desayunando. Mi chica en la ducha. Lo primero que hago es bajar a desayunar. No me entra nada en el cuerpo. Tenía la cabeza en otro sitio. Cuando sale mi chica de la ducha entro yo antes de que alguien se me adelante. Me ducho, me afeito y me pongo mi ropa que tan cuidadosamente me ha preparado mi madre una hora antes. En ese momento llaman al timbre y eran los padres de Lourdes y mis padres sin preparar todavía. Espero a que Lourdes termine de arreglarse y nos bajamos para las ruinas.


Al llegar al auditorio nos encontramos con Abdón, José Alberto, Juanfra, Miguel… están organizando las sillas. Poco después empieza a llegar la gente a la hora prevista. Nos sentamos y el director coge la batuta. “Fidelidad de arriba abajo”. Cuando terminamos nos miramos las caras unos a otros. No nos podríamos creer que eso sonara así de bien. Incluso mejor que en el ensayo general. Nos levantamos y nos salimos a la parte de atrás del auditorio. Según escucho, la gente estaba empujándose por entrar. INCREIBLE.

Mientras, Mari Carmen le hace fotos a todo el mundo para el curriculum, Ignacio calienta muñeca con una caja sorda y la gente habla, yo siento la misma sensación que cuando eran los conciertos de clausura del taller provincial de música. Esa gana de demostrar todo el trabajo realizado en ese mes y medio. Empezamos a afinar y nos vamos colocando en el pasillo para salir. Cada vez estaba más nervioso (raro en mí). “ Saltamos al campo” como si de un partido de fútbol se tratase y la primera sorpresa: el auditorio está que no cabe un alfiler. En 12 años no había visto nada igual. Subo al escenario y todos los nervios que llevaba se me pasan en un pis pas al ver la cara de mis compañeros, todos con una seguridad increíble. Suben los presentadores y hablan magistralmente. La ocasión no es para menos.
La gente empieza a aplaudir y Joaquín hace su aparición. Está sonriente, como diciendo con la mirada: “Señores, vamos a triunfar”. Suena Fidelidad. Sin palabras.


Y así hasta que tocamos el tutti final del Himno a Baeza. IMPRESIONANTE. La gente nos ovaciona. Algunos compañeros sueltan alguna que otra lágrima. Yo estuve a punto pero conseguí retenerla.

Conforme vamos saliendo hacia el pasillo Joaquín está esperándonos para felicitarnos a todos. Me da un abrazo y me dice “gracias compañero”. Al final consigue que me emocione. Voy a por el estuche y al primero que me encuentro es a Ángel. Qué recuerdos en aquellos talleres provinciales. A los dos nos viene a la memoria. Nos damos un abrazo.

Todo sale a la perfección, el pueblo de Baeza nos felicita y nos dice que está con nosotros. Para mí eso es un orgullo al igual que también lo es tocar con esos 7 u 8 hij….. y lo que sigue, aunque yo cambiaría eso por otra palabra: MUSICAZOS. Y, por supuesto, el tocar con mi chica a mi lado es lo más importante para poner el broche de oro a un día que es como he dicho en el título: UN DIA PARA RECORDAR.

Antonio Guzmán Palomares. Clarinete.
Tódo para el blog